Un encargo anónimo lleva a Romi a fotografiar un encuentro orquestado por un magnate del puerto de Bilbao. Romi se vale de su discapacidad auditiva y sus singulares habilidades para lograr su objetivo, pero será su madre quien tenga que sacarla del atolladero. Tras estudiar las imágenes y tirar del hilo, Alaia comienza a sospechar que la explosión que mató a su marido pudo no ser accidental.