Desde la Ley de las Siete Partidas, hasta la ley de costas, apoyándonos en la Constitución, defendemos que el litoral español es de todos los ciudadanos; pero deltas, playas, acantilados, lagunas, estuarios y rías del litoral español están sometidos a una gran presión urbanística y en gran medida han sido privatizados.
La transformación de las costas españolas ha sido enorme en los últimos 50 años. Apenas quedan espacios vírgenes en nuestro litoral.
La transformación de las costas españolas ha sido enorme en los últimos 50 años. Apenas quedan espacios vírgenes en nuestro litoral.
A finales de los años 40, se podía caminar en grandes franjas del litoral español sobre playas de arena dorada. Primero líneas férreas y carreteras, más tarde autovías y autopistas, invadieron las arenas y dunas de las playas.
Las rías cantábricas constituyen unos ambientes costeros excepcionales. Muchas de ellas están, en su mayor parte, ocupadas por campings, carreteras y urbanizaciones que lenta, pero inexorablemente, reducen el ritmo vital de sus humedales. En los siglos XIX y XX sufrieron el porfiado impulso de la industrialización y del desarrollo socioeconómico.
Como una línea dibujada por un dios griego, la costa atlántica de Andalucía, es un arco de parábola interrumpido por múltiples ballestas. Entre ellas discurren los ríos Guadiana, Piedras, Odiel y Tinto, Guadalquivir, Guadalete y Barbate. Ya cerca de Tarifa, tras la playa de los Lances, serpentea el río Jara. Son los estuarios históricos. Durante milenios, visitados dos veces al día por la marea, que llegaba con sus aguas frescas, salobres y oxigenadas. Hoy, sólo algunas mareas vivas consiguen inundar los estuarios de la Andalucía Atlántica.
Hasta mediados del siglo pasado, el litoral español estaba festoneado por un amplio número de lagunas. Eran la vía de comunicación entre los sistemas oceánico y continental, e intercambiaban, en los dos sentidos, agua, materia y energía, motores inagotables de diversidad biológica. Hoy, la superficie de estas lagunas está reducida a su mínima expresión, rodeadas por urbanizaciones, calles y carreteras.
Los deltas son acumulaciones de sedimentos depositados en la desembocadura de los ríos por las sucesivas avenidas. Allí, la acción marina del oleaje y las corrientes los dispersan a lo largo de la costa y hacia mar abierto. La forma y superficie de los deltas evoluciona continuamente al dictado de la pugna entre las dinámicas fluvial y marítima. Cuando se altera su evolución natural se ponen en peligro las instalaciones, las actividades, e incluso, la vida de los seres humanos.
Los pueblos primitivos que encontraron su principal fuente de alimentación en las riberas del mar, se asentaron en las proximidades de la costa, sobre acantilados y promontorios. Muchos acantilados peninsulares están hoy colonizados por urbanizaciones que, ladera arriba, se desarrollan una y otra vez compitiendo con la gravedad y la lógica. En otros se construye en su borde y se altera la dependencia entre las tierras altas y las rasas marinas.
La prolongación de las Sierras Bética y Penibética, al penetrar y sumergirse en el Mediterráneo, cabalgan entre cuencas oceánicas y emergen, con extraordinaria belleza, en el archipiélago balear. La Gimnesia Mayor (Mallorca), y la Gimnesia Menor (Menorca), son las dos islas de mayor superficie. Alrededor de la más grande, la isla de Dragonera y el archipiélago de Cabrera. Al Sur, Las Pitiusas, Ibiza y Formentera, que durante la última glaciación, hace 13.000 años, formaban una sola isla.
El archipiélago canario está formado por siete islas, Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife, La Gomera, La Palma y el Hierro además de otros islotes menores y numerosos roques. Se trata de islas de origen volcánico cuyo substrato se formó al separarse África de América.
La Ley de Costas promulgada en 1988 proclama que la ribera del mar, rías, marismas, albuferas, marjales y esteros son bienes del dominio público marítimo-terrestre estatal. En su Exposición de Motivos, la Ley, contiene un catálogo de prácticas negativas de ocupación del litoral, que, pasados los años, no han disminuido, sino que muy al contrario de lo deseado, se han ampliado e intensificado.
En el capítulo "Nuestro legado" se hace balance y se trata de responder a algunas preguntas relacionadas con los derechos fundamentales de todos los españoles, los derechos y las obligaciones de las diferentes administraciones, las consecuencias futuras de agotar los tres recursos fundamentales: suelo, agua y energía, el agotamiento de la capacidad de defensa del litoral ante sucesos extremos, grandes temporales, maremotos y el ascenso del nivel del mar, la pérdida de los grandes valores ambientales de nuestra costa: lagunas litorales, rías y estuarios, ramblas y acantilados, playas.