El resultado del referéndum consagra el presidencialismo en Turquía, corona a Erdogan como líder todopoderoso y condena a la marginación y al silencio a la mitad de la población, debilitadísima ya por las purgas que siguieron al golpe de Estado o lo que aquello fuera de julio del año pasado. Consuma así su viaje hacia un populismo islamonacionalista con poderes ilimitados -téngase en cuenta que su victoria le va a permitir modificar también a su gusto el Tribunal Constitucional y el Consejo Supremo de jueces y fiscales.