Madrid, febrero de 1936. Mientras Antonio y muchos compañeros, de clases populares, celebran, en una verbena improvisada en la calle, el triunfo del Frente Popular, Andrea regresa a casa en compañía de su amiga Consuelo. Allí le está esperando su padre, Don Fabián, dueño de una empresa de materiales de construcción a quien, Andrea, se enfrenta continuamente porque no le permite estudiar en la Universidad. Doña Loreto, su madre, logra convencerle de que le permita asistir a una academia de dibujo. Allí conoce a Eduardo, un joven pintor de ideas progresistas, aunque de familia aristocrática, con quien descubre un mundo de libertad que sus padres no sospechan y de quien cree estar enamorada. Los hechos se precipitan. Llegan noticias del alzamiento militar y mientras los partidarios de la República salen a la calle dispuestos a defenderla, Rodrigo, hermano de Andrea, prepara con los suyos la neutralización de los rojos. En esta escaramuza estúpida se produce un trágico suceso que favorece el acercamiento entre Andrea y Antonio, obrero e hijo del encargado del almacén de la empresa de don Fabián, que ha sido despedido de la fábrica por agitador. Entre ellos surgirá un amor apasionado, que se ha mantenido latente desde la adolescencia.
Elpidia se queda lívida cuando descubre a Antonio y Andrea besándose en la azotea. Una vez en casa, riñe a su hijo por su osadía con Andrea y le advierte que la deje en paz. No quiere disgustos. Por su parte Loreto pide comprensión a Fabián para su hija. Rodrigo, angustiado por su situación, consuela a Andrea. Ella no sabe que su hermano es el asesino de Eduardo. A pesar de todo, Andrea, ama a Antonio con todas sus fuerzas y engaña a sus padres para encontrarse a escondidas con él. Rodrigo les ve juntos mientras escapa del país con la ayuda de sus amigos.
Fabián llega a la puerta de la fábrica y descubre que no hay nadie trabajando. Muy apurado, Pepe, le comunica que están todos en el sindicato, se ha convocado una reunión muy importante y se rumorea que el gobierno podría entregar las fábricas a los obreros. Don Fabián, viendo que la gente está muy revuelta y Madrid no es un lugar seguro para gente como él, deja la fábrica en manos de Rafael y, después de recoger documentos y algo de dinero, se irá con su familia al Escorial hasta que se restablezca el orden. La situación es tan peligrosa que Don José Enrique y Sor Rosa, vestidos de seglares, tienen que esconderse en casa de Doña Pura. Mario, también debe marcharse, pero antes, va en busca de Andrea y le entrega las llaves del estudio de Eduardo.
Para angustia de Andrea la huída de su familia es un hecho. Rodrigo ha conseguido salvoconductos para pasar a la zona nacional. Alguien irá a buscarles y solo les queda tiempo para coger lo imprescindible. Los Ayala también están decididos a marcharse a Suiza, pero, en el último momento, Mario, comunica a su madre que no piensa abandonar el país ahora. Según él, tarde o temprano volverá a reinar la calma y alguien tendrá que trabajar para reconstruir lo que ahora se desmorona. Solo Consuelo conocerá el verdadero motivo de su decisión. Antonio se lamenta en el bar de Marcelino: un frente de guerra va a separarle de Andrea y no sabe como evitarlo. Paloma le dice que solo tiene una solución: casarse con ella.
La familia de Andrea acaba de irse, con el consiguiente disgusto que ha provocado la boda de su hija con Antonio. Elpidia les reprocha lo que han hecho, pero ellos no piensan pararse ante nada y, a pesar de la sombra de tristeza que empaña su alegría, lo celebran en el bar de Marcelino. Mientras, en la fábrica, los obreros se reúnen para elegir director. El resultado de la votación deja consternados a Isidro y Rafael. Pepe se pone hecho una furia al enterarse de la boda de Antonio con Andrea y, aunque Elpidia intenta suavizar las cosas, los dos saben que Don Fabián volverá y no les perdonará nunca. Se inician las evacuaciones a zonas seguras, Consuelo sigue pensando en Mario y Paloma ayuda a la gente a sobrevivir. Mientras las bombas caen sobre Madrid, Antonio y Marcelino, son llamados al Quinto Regimiento.
La vida cotidiana sigue durante el asedio a Madrid. La radio informa de los cambios producidos en el Gobierno para recuperar el orden perdido ante la situación de guerra creada, pero hay miedo entre la gente. Las bombas que siguen cayendo sobre Madrid, han dejado varios muertos, algunos niños, y los fascistas están a las puertas de la ciudad. Las autoridades republicanas proponen poner la producción de la fábrica al servicio directo de la defensa de Madrid. Quieren construir refugios para proteger a los civiles, pero con el suministro de materia prima interrumpido y la capacidad de la maquinaria será complicado. Con los desastres de la guerra llegan refugiados de Badajoz que Paloma y Andrea alojan en sus casas como pueden. Antonio y Andrea pasan, bajo las bombas, su última noche juntos antes de que Antonio se marche al frente.
Marzo de 1939. Han pasado 3 años desde que Antonio se marchó. Su hijo, Liberto, ya tiene 2 años y, él, sigue luchando en uno de los últimos reductos del Frente Republicano aunque, en el fondo, todos saben que están perdiendo la guerra. Mientras Andrea lee la última carta de Antonio, los nacionales entran en Madrid. A pesar de la ocupación está decidida a esperar a que Antonio vuelva a buscarla. Elpidia, siempre pendiente de ella y el niño, destruye pruebas de su implicación con la República. Pepe se enfrenta a Pedro para evitar que quemen la fábrica. Mientras tanto, Marcelino se desespera por localizar a Manolita para casarse con ella y Andrea asiste horrorizada a la detención de Marcial y otros empleados del Museo del Prado.
Elpidia trata de disuadir a Pepe para que se quede en casa pero dos soldados se presentan en su casa y se lo llevan, esposado, a la fábrica. Una vez allí, Rafael, se destapa como quintacolumnista y le acusa, ante los falangistas, de estar al frente de todo desde el primer día. Antonio, intenta regresar a Madrid aún sabiendo que los nacionales están allí. Le prometió a Andrea que volvería. Por el camino conoce a Villegas, que también se esconde de quienes le consideran un intelectual agitador y con quien sigue su camino hasta que se ve obligado a abandonarle. Los Ayala han vuelto a Madrid y Mario quiere contactar con Andrea, pero Elpidia, que sabe el peligro que corren ella y el niño, la convence para que se esconda en casa de su amiga Consuelo.
Elpidia intenta inútilmente ver a Pepe en la cárcel, pero acaban echándola. Andrea se instala en casa de Consuelo donde, para su incomodidad, tiene que aguantar las continuas críticas, de los inquilinos de doña Pura, hacia el gobierno derrotado. Los Robles vuelven a casa. Don Fabián, que todavía desconoce la existencia de su nieto, no quiere ni oír hablar de su hija pero doña Loreto quiere saber como están Andrea y el niño. Elpidia, ha cuidado de la casa durante su ausencia y, ahora, con el ánimo por los suelos, le suplica a don Fabián que interceda por Pepe. Rafael, lejos de recibir las felicitaciones que esperaba, tiene que aguantar los duros reproches de don Fabián por la situación en que ha quedado la fábrica. Necesita recuperar a sus obreros. Mientras, en la radio, nuestros protagonistas escuchan el parte del final de la guerra.
Loreto se presenta en casa de Consuelo para ver a Andrea y al niño. A pesar del optimismo que le produce el encuentro, está convencida de que Fabián jamás perdonará a su hija. Rodrigo vuelve a casa. Don Fabián tiene que buscar comida para el almuerzo familiar, en el que no quiere que esté Andrea. Al comprobar que en la tienda de Paloma hay muy pocas existencias, le facilita un contacto para que le consiga cordero. La zalamería de la tendera despierta los instintos de Fabián. Mientras en casa de los Robles se disponen a celebrar la, incompleta, comida familiar, Andrea decide marcharse de casa de Consuelo para no seguir comprometiéndolas con su presencia. Justo al entrar en el portal de su casa, dos policías la detienen.
Elpidia entra en el salón de los Robles anunciando que se han llevado a Andrea y al niño. Don Fabián, que no da crédito a la información que acaba de recibir, riñe duramente a su mujer por haberle ocultado, durante estos años, que Andrea tenía un hijo, su nieto, que no piensa aceptar en la familia. Frente a la actitud inflexible de su padre, Rodrigo decide actuar y utilizar sus contactos para liberar a su hermana. En el colmado, Paloma rechaza la propuesta de Rafael para hacer negocios en el mercado negro. En la plaza, los libros de poetas libertarios son pasto de las llamas. Mientras tanto, Andrea presta declaración en el despacho de la cárcel de mujeres.
La familia de Andrea busca una solución para sacarla de la cárcel. Don José Enrique lo ve difícil puesto que ha averiguado que sí, se ha cursado una denuncia formal contra ella. Sor Rosa propone, como solución de emergencia, trasladarla a un convento, a cambio, claro, de un generoso donativo. Don Fabián acepta pero, Rodrigo y doña Loreto no están nada convencidos. Mientras, Andrea, quiere creer que su hijo sigue en algún lugar, en la misma cárcel a pesar de las advertencias de Dolores, su compañera de celda: se rumorea que se llevan a los niños de las presas para entregarlos a familias con dinero. Andrea se niega a salir de la cárcel sin su hijo pero su padre no da opciones. El recuerdo de la muerte de Eduardo sigue atormentando a Rodrigo.
Elpidia está decidida a hacer lo que sea para averiguar algo sobre su marido y su nieto. Ya todo le da igual y está dispuesta a enfrentarse a quien sea y pedirle explicaciones. Loreto, enormemente preocupada, le advierte del peligro que esto comporta. En cambio, Marcelino, le da la clave para conseguir entrar en la cárcel y visitar a Pepe. Allí, su marido, le dice que alguien conoció a un Antonio, en la cárcel de Guadalajara, que podría ser el suyo. Finalmente, Andrea, engañada, creyendo que Liberto está allí, accede a ser llevada al convento. La actitud dura y cínica de la Madre Superiora, hará que se rebele ante las monjas. Y Mario, se presenta en casa de los Robles preguntando por Andrea, de donde sale muy desconcertado por las explicaciones que recibe de Rodrigo.
Elpidia le pide a Rodrigo que le consiga un salvoconducto para ir a la cárcel de Guadalajara a visitar a Antonio. Sito, en la plaza, conoce a Ángel, un niño que hace recados a cambio de comida. Don Fabián enseña a su hijo el anónimo que le han enviado a Rafael y Rodrigo decide investigar el asunto. Gracias a la intervención de Sor Rosa y don José Enrique, Andrea, sale de la celda de castigo. Una vez fuera, con su actitud sumisa, consigue convencer a todos de que ha asimilado las palabras de la Madre Superiora, cuando en realidad está ideando un plan de fuga. Mientras tanto, Mario trata de averiguar algo sobre Andrea pero Paloma, en guardia por el uniforme, se niega a hablar.
Andrea consigue entrar en el orfanato y pregunta por su hijo. Una empleada le indica que tendrá que esperar a que vuelva el director. Andrea, con más ímpetu que convencimiento, improvisa una historia que el director escucha disimulando su escepticismo y, aunque trata de resultar lo más solícito posible, Andrea sospecha que algo va mal. Don Fabián, indignado con la fuga de Andrea, discute con Rodrigo. Paloma, en los inicios de su mercado negro, asiste estupefacta a la detención de su mejor clienta, Fani. Marcelino le avisa: debe andarse con cuidado. Mientras Rafael, que sigue empeñado en ser el nuevo gerente de la fábrica, se presenta en casa de los Robles, con un aspecto lamentable.
Loreto pregunta a Consuelo por Andrea y le agradece de corazón que siga siendo su amiga. Eulalia echa de casa a su marido Javier, mientras, Mario asiste resignado a otra discusión de sus padres. Fabián recrimina a su hijo por ayudar a 'los rojos¿, pero Rodrigo tiene muy clara su posición y entrega el salvoconducto a Elpidia. Paloma, a su vez, le da comida para que se la lleve a Antonio. Ángel necesita chapas para que Sito le siga contando películas, pero tiene que colarse por un ventanuco porque Marcelino le prohíbe bajar al sótano a buscarlas. Y, por fin, Mario, tiene noticias de Andrea. Consuelo le cuenta la fuga de su amiga. El intuye donde puede estar, pero se calla y decide ir a buscarla.
Antonio, escondido en el sótano del bar, le pide a Marcelino que no revele su paradero, ni siquiera a su madre, y que averigüe con quién habló realmente Elpidia en el penal de Guadalajara. Antonio sospecha que Elpidia miente para proteger a alguien. Pero ¿quién? Mario le promete a Andrea toda su ayuda para buscar a Liberto, y consigue que Pura la acepte de nuevo en su casa. Mientras tanto, en la plaza, el abuelo de Ángel descubre que en los sótanos del bar se esconde alguien. Seguramente, un rojo.
Elpidia, apesadumbrada por la mala salud de Pepe y la ausencia de Antonio, acaba confesando que no vio a su hijo en Guadalajara. Marcelino, finalmente, le confirma que Antonio está vivo, pero no le dice la verdad sobre su paradero. Por su parte, Rafael recaba la ayuda de un ambicioso abogado para luchar con Don Fabián por el control de la fábrica. Mientras tanto, Mario logra que los cargos contra Andrea sean retirados. Sin embargo, fracasa en su intento de convencer a Don Fabián de que perdone a su hija, y la propia Andrea anuncia que piensa seguir buscando a su hijo, pese al riesgo que ello implica...
Para no revelar el paradero de Antonio, Marcelino ha convencido a Elpidia de que su hijo prepara una huida del país. Elpidia trata por todos los medios de reunir dinero, para ayudar a Antonio a escapar. Sin embargo, finalmente descubrirá la verdad sobre el 'fantasma¿ que se esconde en el bar de Marcelino, y madre e hijo llegarán a reunirse. Rafael y su abogado logran un careo con Don Fabián, del que esperan obtener un jugoso acuerdo. Sin embargo, Fabián recurre a los servicios de Mario, que sabe defender sus intereses. Rafael queda no sólo derrotado, sino también humillado al conocer la verdad oculta sobre su padre...
Mientras Antonio y Elpidia se ponen al día, Andrea también se reencuentra con su madre, que la visita en casa de doña Pura y tratará de ayudarla, en vano, a encontrar a Liberto. En cuanto a la madre de Mario, sigue empeñada en encontrarle pareja. En este caso, se trata de Beatriz, una joven aristócrata, a la que Mario no hace el menor caso. Por su parte, Rodrigo llega a un enfrentamiento abierto con su padre: tras despreciar a uno de sus compañeros falangistas, Don Fabián se burla del Desfile de la Victoria y de los objetivos políticos de su hijo.
Es el día del Desfile de la Victoria, y todo el mundo en la plaza anda revolucionado. Pero no todos piensan acudir: Don Fabián quiere desairar a su hijo con su ausencia. Andrea se niega a celebrar la fiesta de los que le arrebataron a su marido y a su hijo. Mario también pasa, esperando aprovechar la ocasión para reunirse a solas con Andrea, y Marcelino no quiere apoyar a los fascistas. Sin embargo, las circunstancias les acabarán llevando a todos al desfile. A todos menos Andrea, Elpidia... Y Antonio, que con un uniforme de falangista, se arriesga a salir de su escondite en pleno desfile para ir a visitar a Andrea...
Termina el Desfile de la Victoria. Andrea recibe la visita de Mario. El buen humor de Andrea (motivado por el feliz reencuentro con Antonio) hace albergar esperanzas a Mario. Cuando Consuelo regresa del desfile, encuentra a Mario con Andrea y siente la punzada de los celos. Cuando regresa del desfile, Antonio es confundido por un falangista, que se pega a él con una lapa, insistendo en que se conocen. Antonio no sabe cómo zafarse de él para volver a su escondite antes de que la gente del barrio regrese del desfile. La suerte quiere que sea Paloma la primera que lo descubre. Haciendo uso de sus encantos, Paloma le ayuda a zafarse del falangista. Por otro lado, Mario tiene la oportunidad de conocer mejor a Beatriz de la Palma, que se revela como una persona mucho más interesante de lo que, a simple vista, cabía suponer. En el bar 'El Asturiano', hace su aparición un policía corrupto, que extorsiona a Marcelino para que pague una importante suma a cambio de protección... O se atenga a las consecuencias.
Charles y Paloma logran, en el último momento, evitar el incendio de La Cueva. Charles se enfrenta a Rafael, que huye profiriendo amenazas. Mario y Consuelo, cada vez más próximos. Miguel pide a Antonio que le ayude a escribir la carta a los Reyes Magos: en ella les pide que su padre vuelva a casa. Loreto pide mano izquierda a Inés con Sito y ella aplica los consejos de su futura suegra al pie de la letra. Mario sigue abatido por su separación de Andrea y su madre le acusa de pasividad. Sito mantiene un encuentro sexual con Inés y después acude a La Cueva para hablar con Felipe, el camarero de Paloma. Hans se muestra extrañado ante la vuelta de Charles. Consuelo se presenta en Casa Ayala y Mario y ella se besan. Eulalia decidide utilizar todos los recursos a su alcance para librar a su hijo de Andrea.
Mario hace creer a su madre que está buscando alquilar el estudio, cuando en realidad lo utiliza para sus encuentros clandestinos con Consuelo. Consuelo ve aumentar sus expectativas de encontrar una salida a su situación, mientras el abogado de Mario le aclara que la nulidad de su matrimonio con Andrea está en sus manos. Sito sigue saliendo con Inés, con la que se aburre. En una visita al cine se encuentra con Felipe, con el que se reencuentra en La Cueva. Los dos muchachos se sienten muy cómodos el uno con el otro. A instancias de Charles y, para evitar que Antonio se coloque en una situación peligrosa, Andrea contacta con un enlace de la cárcel de Marcial, para propiciar la huída de éste. Antonio protesta: no quiere que Andrea corra riesgos, pero Andrea le exige que le deje compartir sus ideales, como hicieron en el pasado.
Antonio reprocha a Charles que ponga en peligro a Andrea, pero acaba pidiéndole que visite a Marcial en la cárcel, haciéndose pasar por su hermana. Una vez allí, informa a Marcial de que su fuga es inminente. Doña Loreto le pide a don José Enrique que diga una misa al cumplirse el aniversario de la muerte de Fabián. El sacerdote recibe la visita del padre de Manuel: está enfermo y no ha podido superar la muerte de su hijo. Eulalia se desespera: no entiende por qué Mario se resiste a apoyar la petición de nulidad matrimonial. Andrea, sin embargo, confía en que cambie de opinión. Y Consuelo se alegra, aunque no le dice nada a su amiga de la relación que mantiene con Mario. Pelayo quiere aprovechar el cierre de Semana Santa para fabricar más aguardiente, pero Manolita quiere pasarla en el pueblo y que Marcelino haga de Cristo en la Pasión. Marcelino, preocupado: parece ser que no han renovado la licencia del aguardiente. Consuelo lleva a Miguel a casa de Mario. Pero éste se enfada con ella: opina que se está tomando demasiadas confianzas. Ellos se encuentran todos los martes en el estudio, pero la suya es una relación clandestina, y siempre lo será. Consuelo se va, muy dolida.
Mario, animado por su padre, busca de nuevo a Consuelo, se reconcilian y hacen el amor, pero al saber que Antonio y Andrea están juntos, Mario regresa a casa hecho una furia y se niega a apoyarel proceso de nulidad que ha iniciado Andrea. Loreto anima a su hijo a progresar en su relación con Inés, pero éste continúa aburriéndose con ella. Va en busca de Felipe a La Cueva y acuden juntos al cine. Felipe le confiesa que él también tiene una novia en el pueblo y los dos acaban besándose. Charles y Antonio contemplan impotentes cómo un enlace que estaba dispuesto a colaborar en la fuga de Marcial es descubierto por la policía y asesinado en la plaza. Don José Enrique le administra la Extremaunción y se indigna ante las burlas de los policías, que le recriminan su conducta. Su fe se ve seriamente afectada por ello y pide ayuda a Dios in extremis. Paloma y Charles hacen por fin el amor.
Andrea y Antonio, frustrados por el fracaso del plan de fuga de Marcial, que ha tenido que ser aplazado. Eulalia comienza a darle vueltas a la posibilidad de, ante la obstinación de Mario, conseguir sacar su adulterio a la luz para obligarle a reaccionar. Sito pide formalmente a la tía Consuelo que les permita a Inés y a él iniciar su noviazgo. Se celebra la misa para conmemorar el primer aniversario de la muerte de Fabián. En la homilía, don José Enrique, afectado por los últimos acontecimientos, hace un llamamiento a favor de la reconciliación nacional. Manolita vende la patente de su aguardiente a una importante compañía. El precio: un flamante piso nuevo en un buen barrio. Y anuncia a Marcelino su nuevo embarazo. Andrea suplica, sin éxito, a Mario que no se oponga a la petición de nulidad. Al enterarse a través de Eulalia de la negativa de Mario, Consuelo rompe con él. Eulalia contrata a un detective para que reúna pruebas contra Andrea. El futuro se presenta para Antonio y Andrea muy poco esperanzador.
Charles ordena a Marcial, a través de Andrea, que va a visitarle, que se finja un delator. Eso motivará su traslado, y facilitará su fuga. Pero Marcial se niega. Don José Enrique ha sido apartado de su parroquia por su homilía llamando a la reconciliación entre vencedores y vencidos. El barrio al completo le despide con cariño. Javier decide volver a Extremadura: adiód melancólico a Paloma. Tras la muerte de Hitler y ante el inminente fin de la guerra, Hans intenta acercarse a Charles. Le pide protección, a cambio de no denunciar a Antonio a las autoridades franquistas. Charles le avisa de que quien vaya contra Antonio va contra él mismo. Finalmente, la petición de nulidad matrimonial iniciada por Andrea no ha sido admitida a trámite: Mario, triunfante. Mientras éste paladea su victoria, Consuelo, destrozada, confiesa a Isidro que está embarazada de Mario.
El detective contratado por Eulalia reúne las pruebas del adulterio de Andrea, pero cuando su madre le convoca para entregárselas a Mario éste le paga por ocultarlas y echa a su madre de casa: no denunciará a Andrea. Mario intenta reconciliarse con Consuelo. A pesar de que llegan a hacer el amor en un momento de arrebato, la ruptura es firme. Consuelo no es capaz de decirle que está embarazada. Isidro, muy preocupado por Consuelo, está decidido a ayudarle a cualquier precio. Antonio y Charles ocultan unas armas y consiguen que en la cárcel se corra la voz de que Marcial es un delator, lo que le cuesta a éste una paliza. El Director de la cárcel le ofrece un trato si habla y denuncia a otros militantes. Marcial obedece a Charles y revela la ubicación de las armas, para ganarse su confianza. Pero pide ser trasladado ante el juez para declarar. El Director muerde el anzuelo. Mientras Antonio cuenta a Andrea lo sucedido, Rafael planea el último acto de su venganza.
Marcial es trasladado al juzgado para declarar. Charles y Antonio intervienen y consiguen liberarlo. Mario se lleva al niño a su casa y da un ultimátum a Andrea para que vuelva con él. Consuelo, muy deprimida, intenta escribir una carta a Mario explicándole que está embarazada, pero en el último momento la rompe. Isidro teme que Consuelo haga una locura. Consuelo le tranquiliza y, aunque ambos intentan ocultárselo a Pura, ésta acaba enterándose de que su hija está en estado. Antonio y Charles llegan a casa del primero, con el recién liberado Marcial. Andrea cuenta a Antonio lo ocurrido con Mario. Antonio sale de estampida, dispuesto a enfrentarse a Mario. Charles le convence para que no lo haga y le promete que, igual que en el pasado le proporcionó la penicilina que salvó la vida de su hijo, le ayudará ahora a recuperar a su hijo.
Tras estar oculto unas semanas, ha llegado para Marcial el momento de huir a Francia. Pero Charles ofrece a Antonio escapar él también con su familia: le entrega salvoconductos y Antonio decide sacar a su hijo de casa de Mario a cualquier precio. Pero Andrea no quiere utilizar la fuerza para recuperar al niño. Le pide a Antonio que le deje hacer a ella. Andrea queda con Socorro para recoger a Miguel en un momento en que no esté Mario. Ante la inminente huída, Andrea y Antonio se despiden de sus seres queridos. Pura está dispuesta a disimular un nuevo embarazo para cubrir a Consuelo, pero Isidro no quiere más mentiras. De modo que comunica a Mario el embarazo de Consuelo. Mario queda muy sorprendido, se presenta en casa de Consuelo y le pregunta por qué se lo ha ocultado. Cuando Andrea va a casa de Mario a recoger al niño, aquél aparece de improviso y le exige que le explique qué está haciendo.
Ante la sorpresa de Andrea, Mario le entrega al niño: acepta que se vaya con ellos. Andrea agradece a Mario su gesto. Él le confiesa que se queda con Consuelo: está esperando un hijo suyo. Emotiva despedida entre ambos. Antonio y Mario se estrechan la mano. Loreto no quiere asumir la fuga de Antonio y Andrea, y cierra los ojos a lo sucedido. Javier adopta al hijo de Benita. Consuelo le promete a Mario que conseguirá que le quiera. Sito continúa su noviazgo con Inés manteniendo en secreto su relación con Felipe. Andrea y Antonio recogen a Marcial para iniciar la fuga, siguiendo los planes trazados por Charles, que conduce el camión con el que van a realizar la primera parte del trayecto. Pero inesperadamente aparece Rafael y, a punta de pistola, los obliga a salir de la ciudad. Cuando parece que les va a entregar a Hans, éste mata a Rafael y permite que se marchen. Tras varios días de viaje, Andrea, Antonio y su hijo llegan a los Pirineos y consiguen por fin pasar a Francia.