Tras un bucólico viaje en tren, los 18 jugadores llegan al monasterio. Juanra Bonet designa a los traidores en una tensa mesa redonda y, con un simple gesto, siembra la desconfianza en el grupo para siempre. Para empezar a engrosar el botín de plata, los jugadores se enfrentan a una dura misión en tierra y agua en la que tienen que prender fuego a unos gigantes. En la misión también pueden ganar los escudos de inmunidad que protegen a los fieles del asesinato de los traidores pero que, sin embargo, pueden traer graves consecuencias en el grupo.
Amanece en el monasterio y los jugadores bajan a desayunar, pero no están todos: falta el primer fiel asesinado por los traidores. Un golpe de realidad antes de enfrentarse, encadenados, a una segunda y peligrosa misión en la que se pondrán en el punto de mira de unos despiadados tiradores. Los fieles tienen la oportunidad de devolver el golpe del asesinato en la mesa redonda desterrando a uno de los traidores: ¿Lo conseguirán o errarán el tiro? Hay que atinar porque los traidores no descansan y, por la noche están dispuestos a cometer su segundo asesinato…
La nueva baja en el bando de los fieles deja muy tocado a alguno de sus compañeros, aunque en este juego todo gesto puede dar lugar a múltiples interpretaciones e incluso levantar sospechas. La nueva misión, en un lugar bajo alta vigilancia, es un reto no apto para todos donde los roces de todo tipo traerán problemas. De vuelta al monasterio, los jugadores se enfrentarán a la mesa redonda más dura hasta el momento. Mientras los traidores se preparan para asestar un nuevo golpe, recibirán un encargo que enfrentará a un reto casi imposible.